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martes, febrero 06, 2007

¡Ay Manolo, que nos has dejado solos!

Cuando hice la mili tenía un compañero, Manolo, al que un día y tras un arresto que le pareció injusto dijo: “¡Que se joda el capitán, que hoy no ceno!”

Como era un mangarrán y las hacía una detrás de otra, pues lo castigaban de continuo, así es que amplió la fórmula y dijo:”Pues para que el capitán se joda más, ¡ahora tampoco como!”

Cuando, a duras penas, logró licenciarse, entró a trabajar de peón en una obra (el pobre no daba para más), y como el capataz le daba caña para que currase, pues extrapoló el chantaje de la mili (que tanto daño hizo a su capitán, como es obvio)e incluso lo amplió:”¡que se joda este cabrón explotador que ni ceno, ni como y ni el carajillo mañanero!"

Total que le entró tal debilidad, que un día le fallaron las piernas en el andamio y se estampó 10 pisos más abajo.

El capitán llegó a general, ajeno al puteo al que había sido sometido por Manolo.

El capataz llegó a Pocero igualmente desconocedor del martirio del que fue objeto por el jodío paleta.

Y Manolo, por gilipollas, llegó al suelo donde quedó hecho fosfatina.

Y nadie lo sintió. Un gilipollas menos.

Manolo era solo eso, un gilipollas.

No era un asesino de esos que "han pedido diálogo pero no se han arrepentido de sus 25 asesinatos"

Y tal y como la vida continuó entonces, continuará ahora.

Así es que, José Ignacio de Juana…. ¡Chao!

O sea… ¡Hasta luego, Lucas!

(Y recuerdos a Satán cuando llegues)