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viernes, abril 04, 2008

Zapatero solo. Los demás...con leche


¡Ay que risa, tía Felisa!
Por mucho que la momia etrusca digan que eso es lo normal en un encuentro informal, a mi me da la risa floja al ver la pose del estadista oncemarcero comiéndose los mocos en el córner mientras el resto de representantes democráticos se chancean all together.
Pero él, ahí, solo y repasando sus notas (realmente está tratando de hacer un puzzle bastante difícil; un folio en blanco partido en dos.
Si esto de Bucarest, reino de Rumanía, es una reunión informal como dice la sardina arenque, ¿que será entonces una reunión formal al mas alto nivel? ¿los carnavales?
Ay Bobolín, que poco te duran los sueños de grandeza esperando a que el zar de las barras y estrellas te haga casito...
Si la foto es grandiosa y vale más que cien editoriales juntos, el vídeo no tiene desperdicio y se merece todos los Oscar, Goya y Picasso juntos.
En fin, vivir para ver.
Y para decojonarse de risa...
Y como decía el poeta:

El traidor está triste... Qué le pasa al traidor?
Los bostezos se escapan de su boca, ¡que horror!
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
ZPito está pálido en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la Merkel dice cosas banales,
y allá al fondo contentos, disfrutan mogollón.
ZPito no ríe, ZPito no siente;
y el traidor va y persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Pensará en sus ministros Rubalkaba o Bermejo,
o en el que recomienda comer mucho conejo
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de delitos fragantes,
o en el que es soberano de los claros mangantes,
o en tomarse con Sonso un copioso vermut?

¡Ay!, el pobre traidorzuelo de la ceja horrorosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecito capullo de los ojos azules!
Está preso en sus oros, está preso en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(ZPito está triste; ZPito está pálido.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(ZPito está pálido; ZPito está triste),
más brillante que el alba, más hermoso que Abril!

"Calla, calla, traidor" -dice el hada madrina-,
"en caballo con alas hacia aquí se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor..."
Pues, una vez más, va a ser que no...